Este es el blog deprimente que escribo, jaa

(riéndome del abismo)

viernes, 3 de octubre de 2014

Experiencias de Muerte (Not Dead)

Alguna vez estuve a punto de morir, pero morir de veras. No el dramatismo coloquial del "me muero", sino el creer que se iba todo a la mierda fin.
La última vez tenía un cólico hepático, producto de cálculos en la vesícula (me siento una señora mayor hablando de sus nanas). Creo que había comido algo que me había caído mal y no paraba de vomitar y vomitar en el baño de un amigo que me prestaba su casa, una de las tantas veces que me quedé en la calle. Estaba sola con el hijo de puta de turno, mi amigo había salido. Yo vomitaba en el baño y el tipo creo que dormía. Vomité hasta quedar sin bilis y sin aire. Intentaba respirar, pero no podía. Me dolía mucho el hígado y la garganta y el aire no me llegaba. Así me quedé un rato tirada en el piso, sin poder moverme o pedir ayuda, creyendo que no iba a zafar y que me moría sola, mirando un water. No sé si luego se me pasó o me encontró el otro; cuestión que terminé en la emergencia del pasteur, donde me dijeron que tenía gastritis (seeeguro).
Una vez anterior, fue cuando me pareció buena idea comerme un paquete de brumoline acompañado de cuanto antipsicótico y ansiolítico encontré en casa. Llamé a un amigo y le pedí que se quedara conmigo porque no me quería morir sola. Mi amigo estuvo un rato, pero después se fue porque no soportaba verme morir, aunque a la vez quería respetar mi decisión. Creo que llamé al tipo con el que salía (el mismo de el párrafo anterior) o justo él me llamó; no recuerdo. Sé que me despedí o algo así, y poco tiempo después se apareció en casa y llamó a la emergencia. Cayó la ambulancia. Los enfermeros que me querían salvar y yo que les pedía por favor que me dejaran morirme; que no quería vivir más. Grité, lloré, pataleé, intenté defenderme (creo que les pegué un poco)... Me desperté días después, atada de pies y manos, con una mascara metiéndome aire caliente en la nariz y tubos por todos lados. Al principio no me querían desatar, pero prometí quedarme tranquila y me liberaron. Lo primero que hice fue sacarme la mascara de oxígeno, porque me dificultaba respirar. La sonda vesical me ardía. Creo que tenía pañales. Es raro despertarse de un coma; es raro volver a tu casa y ver las sábanas y el colchón manchados de sangre (tal vez de los enfermeros, tal vez mía de las inyecciones que me intentaron dar); es raro que fracasar sea no morir en el intento. Es raro, frustrante, angustiante y cuesta valorar la vida que te obligan a vivir, pero después de eso, hay pocas cosas de otras personas que no logres comprender.

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