Un médico me dijo una vez, después de garchar(nos), que yo era adicta al sexo.
Le dije que no, que a veces pasaba, por voluntad propia, meses sin garchar e incluso sin masturbarme. Me dijo que podía ser, pero que esos meses vivía mal, como el adicto en abstinencia.
Y fue como si leyera "Mi Alma".
Pero yo a mi alma la sacrifiqué hace tiempo, como a un hijo no querido o un caballo quebrado... Y, además, corazón, ya hace tiempo que aprendí a leer(me).
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