Este es el blog deprimente que escribo, jaa

(riéndome del abismo)

martes, 27 de enero de 2015

Flashes

Tengo algunos flashes.

Por ejemplo, estar una tarde de sol lavando ropa en una pileta de cemento en el techo de la casa que alquilamos con la garantía del MVOTMA, que pasara alguien del apartamento que estaba al fondo, que mi mirada esquivara la suya y pensar que me sentía como un animal acorralado todo el tiempo y que parecía el típico cliché de minita golpeada.

Tengo otro flash de esa misma casa, pero abajo y de noche.

Me acuerdo del cachorro que habíamos encontrado en la calle y que murió de joven-edad, llevándose los últimos 1000 pesos que me quedaban ese mes, en un intento por curarlo (sacrificarlo era una opción demasiado triste, cuando lo miraba a los ojos y recordaba las veces que habíamos jugado juntos).

Me acuerdo que no tenía cama ni colchón y que mi pareja de ese momento se quejaba porque no me lo quería coger (es que me generaba rechazo, pero cuando le decía que no lo quería, me decía que estaba equivocada; que yo lo amaba). Entonces, me hacía chuparle la pija y meterle los dedos (una vez llegué a meter los 5). Yo trataba de pensar en otra cosa, porque me moría de asco, pero no tenía chance de zafar. Si le decía que no o notaba que no me estaba gustando, se enojaba. Una vez me agarró del pelo, me dio la cabeza contra la pared y me sostuvo por el cuello. Yo no asumía lo que estaba viviendo. Necesitaba preguntarle a alguien si eso realmente era violencia o si todas las parejas se peleaban así (es que crecí acostumbrada a los golpes y eso...). Me acuerdo que lloraba, sentada en el acolchado que teníamos sobre unos cartones en el piso, haciendo las veces de cama. Lloraba y le decía que tenía que ser la última vez que hiciera una cosa así. No sé qué me respondía él; no importa ya a esta altura, después de tantos años. Importa que durante mucho tiempo, cada vez que cogía con alguien, revivía esa sensación de tener la mente en otra parte; de ser espectadora de lo que le pasaba a mi cuerpo, de estar como ausente o en la dimensión paralela.
Si algún vecino escuchó alguna vez los gritos, nunca nadie dijo nada.

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