Sabés? Es muy fácil ser fuerte cuando no se siente el dolor, pero no es real, sabés? No es real.
Ahora, mientras me siento y escribo esto, con los ojos hinchados por el llanto y la nariz congestionada de mocos, me siento más fuerte que nunca. Fuerte por poder sentir ese dolor y bancármelo.
Hace un rato estaba en el baño, sentada en el water llorando, sollozos incluídos... como decía, estaba sentada llorando y me sequé los ojos con los dedos y me quedé mirando las yemas húmedas con mis lágrimas. Dios! Cuánto tiempo desde que estuve así la última vez?? No me acordaba; no tengo idea. Dos o tres años, tal vez.
Y ahí fui y me miré al espejo y había una cara roja, unos ojos también rojos, la boca entreabierta para poder respirar. Por dios, esa es mi cara! Era yo, llorando. Poniéndome triste por algo; por alguien; era yo, sintiendo y no negando. Era yo, asumiendo mi dolor, sintiendo un poco de verguenza porque mis motivos pueden no ser válidos, pero dejándolo ser.
Me miré las manos llenas de lágrimas y no lo podía creer. Eran mis manos.
Los clicks que hice, las cosas que entendí, que logré ver, mis ganas de experimentar con mi cabeza (quien dice que el aburrimiento no es productivo?); hay gente que ni siquiera es consciente de lo mucho que me cambiaron sin intentarlo siquiera, más que cualquier cosa que me hayan podido hacer; más que cualquier maltrato.
De a poco, todo se reacomoda.
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