Este es el blog deprimente que escribo, jaa

(riéndome del abismo)

viernes, 21 de marzo de 2014

About a Bass

Mi primer trabajo con salario fijo, fue de becaria del M.S.P.. Yo estaba en el Centro de Salud de Ciudad de la Costa, en el balneario El Bosque (antes de llegar a Solymar). Tenía que tomarme un "inter" para llegar ahí. Caminaba 7 u 8 cuadras hasta Av. Italia. Había sacado boletera de Copsa dando la dirección de mis abuelos, que vivían en Pinamar. Igual, gastaba como 800 pesos al mes de los casi 3000 que ganaba. En ese entonces, vivía con mi pareja y su familia, por lo que no tenía TANTOS gastos fijos, así que pude guardar 500 pesos por mes. Cuando llegué a $2000, me puse a buscar un bajo usado por mercadolibre. Extrañamente, encontré uno para zurdos a exactamente ese mismo precio. Me acuerdo que me lo llevó una familia de Paysandú. Llegaron al apto. de Resistencia todos; madre, padre, hijo dueño del bajo y hermanita del mismo. Estábamos todos comiendo. Fue una situación extraña y yo estaba feliz: tenía un bajo. Al fin. No tenía cubo (para tanto no me daba la economía), pero igual practicaba sin amplificar. Empecé con temas de Pixies, que eran fáciles y lindos. Me sentía... orgullosa... o algo así, de tener un instrumento al que podía tocar "al derecho" (contradicción incluída).
Le compré un estuche impermeable y acolchonadito, porque soy muy torpe y me daba cosa golpearlo. También le compré una correa re copada, con animal print de leopardo. Era como el hijo que nunca tuve y al que le quería dar todo lo que estuviera a mi alcance.

Cuando me fui a Buenos Aires unos meses, me llevé el bajo. Allá le lijé toda la pintura marrón oscura y le puse un barniz mate, que le quedó hermoso. También le cambié el plástico. Era otro. Era el bajo que quería tener. Lo amaba. Se lo mostraba a cuanta gente podía y les decía "Lo lijé y lo barnicé yo. Antes era marrón. Quedó re lindo, ¿no?"
Después volví a muertevideo y el bajo volvió conmigo. Obvio. En ese momento ensayaba con la banda de mi (por suerte... no, no suerte. la suerte no tiene nada que ver con haber zafado. bien yo.) ex novio violento. Llegamos a tocar en vivo un par de veces.
Después, cuando nos mudamos y lo dejé y me cambió la cerradura, mi bajo quedó en esa casa a la que yo no podía entrar, junto con el resto de mis cosas. Yo sufría por el bajo. Tenía miedo de que algo le pasara. Me daba mucha impotencia no poder entrar, no poder rescatarlo. Tenía pesadillas con el bajo (y con el tipo, pero eso no viene al caso ahora).

Hasta que un día, pude entrar y rescatar las cosas. Las que quedaron; las que no se llevó o rompió. Me acuerdo de encontrar una nota al respecto que en una parte decía "lo justo es justo". Eso era cualquier cosa menos justo. También había otra parte pidiendo disculpas por el bajo, que estaba en su estuche, con el brazo partido, el cuerpo rajado y astillado; hecho mierda, inutilizable. Un amigo lo llevó a un luthier que le dijo "la parte eléctrica está bien". No volví a tocar el bajo, y el cadáver del mismo quedó abandonado en un armario de la casa que compartí con este ex-amigo. Con el primer sueldo de mi actual trabajo, pegué una viola eléctrica: una samick malibú que estaba como nueva y traía cubo y stickers de los Ramones y Bob Marley. El sticker de Marley voló (que me disculpen los rasta-men and women). Ahora tiene stickers de Sin Ley, Evelyn-Evelyn, Dresden Dolls y una artista gráfica que se llama Tara McPherson, que ha hecho varios afiches para los Melvins.
Después vino una acústica. China, barata, pero que suena lindo. Nunca más un bajo. Me da cosa; tal vez un poco de angustia. Siento como si le hubiera fallado a un amigo; como si no hubiera hecho todo lo que hubiera podido por revivirlo. Me da culpa y tristeza. Casi como enterrar un muerto querido.

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